A decir del círculo cercano al presidente, todo indica que Claudia Sheinbaum es su carta para el 2024. Si hoy tuviera que definirse el candidato de Morena a la presidencia, la alcaldesa cuenta con las preferencias del jefe moral y político del partido en el poder.
Pero AMLO no tomará esa decisión pronto. Por eso se permite que el secretario de Gobernación haga giras todos los días promocionando su precandidato ra de manera burda. También por eso mira con recelo y de reojo cada paso de Marcelo Ebrard. El camino es aún largo.
Para quienes piensen que todo está decidido, habrá que recordarles las decisiones del presidente en la designación de candidatos de Morena para gobernadores. En todos los casos, el presidente ha guardado hasta el último momento la carta ganadora (su candidato/a preferido/a) y la ha impuesto. Nadie está por encima del movimiento y cuando el movimiento está afianzado y tiene aceitada la maquinaria, el presidente decide y suele dar sorpresas.
Pero el camino es aún largo.
Los números de popularidad de AMLO sorprenden a muchos, aunque tampoco son tan espectaculares, tomando en cuenta a sus antecesores (con excepción de Peña). ¿Está fuerte Morena/ el presidente por sus acciones y decisiones en el gobierno? La respuesta es ambigua: muchos los prefieren por encima del PRI y del PAN, cualquier a que sea el rumbo de su gobierno; sin embargo, es claro que el presidente ha perdido popularidad conforme ha avanzado su gobierno: el poder desgasta y una buena parte de sus seguidores no votan automáticamente por los candidatos de Morena. En ese entendido, es la debilidad de los opositores a AMLO lo que hace parecer la de 2024 como una guerra civil en Morena, más que un enfrentamiento entre Morena y la oposición.
Lo que hará ganar a Morena en 2024 es la pulverización de la oposición. PRI y PAN se unieron electoralmente en 2021 porque estaban más preocupados por ganar curules que por rehacer sus partidos. Cuatro años después de haber sido arrasados por Lopez Obrador, panistas y priistas siguen perdidos: su foco de atención es un presidente al que no rasguñan y su oposición ha sido demasiado tibia como para convencer al electorado de las bondades de su agenda.
En ese cóctel de oposición pulverizada y una guerra civil despiadada en Morena, el presidente decidirá quien encabece los esfuerzos de su partido por conservar el poder en 2024. Sí, Sheinbaum es su favorita, pero que a nadie le sorprenda si llegado el momento la hace a un lado como lo hizo con Susana Harp en Oaxaca, a pesar de que la senadora era la clara favorita. Llegado el momento, con la oposición pulverizada y con todo a favor, el presidente puede imponer otro perfil distinto a Sheinbaum. Faltan diecinueve meses para la elección y aproximadamente doce para que se defina el candidato de Morena. La economía, la inseguridad, y los problemas coyunturales pueden descarrilar lo que hoy se da por descontado: que Sheinbaum es “la corcholata” preferida. Diecinueve meses es mucho tiempo. Por eso Adán Augusto y Marcelo aún sonríen. Saben que nada está decidido. El tiempo y esa percepción de que Sheinbaum es la escudera fiel de AMLO tal vez sean sus mayores activos: este país aborrece a los favoritos de quien ostenta el poder; somos una sociedad a la cual la reelección le sienta mal; somos una sociedad que adora a un nuevo mesías cada seis años. Y Sheinbaum no parece ser ese personaje dispuesto a asumirse como tal