Entre la captura de Ovidio Guzmán y los problemas en el metro de la ciudad de México, el gobierno de López Obrador ha comenzado en el año de manera titubeante y con altibajos. La captura de un capo menor es una carta importante de cara al reclamo que se le hacía al gobierno por haberlo capturado y liberado hace casi cuatro años. Ovidio Guzmán no es el narcotraficante más buscado en México ni en los Estados Unidos pero era vital para negociar con el gobierno de los Estados Unidos, así como para justificar la lucha contra el narcotráfico que cada vez es más patente que el gobierno la pierde día con día. Sin embargo, la captura de Ovidio Guzmán no moverá un ápice el tablero del tráfico de drogas en el país, puesto que es un narcotraficante que no decidía las jugadas importantes en ese tablero. Sí otorga al gobierno la posibilidad de negociar con Washington instrumentos y estrategias que lo ayuden tráfico en su lucha contra el narcotráfico, pero los cárteles importantes que operan en el país ni están condicionados ni están maniatados por la figura de Ovidio Guzmán.

Para efectos publicitarios, la captura de Guzmán sí es importante porque la catástrofe del operativo de inicios de este año en términos de vidas humanas, daños materiales y daños económicos, probablemente justifica en el en el imaginario colectivo la decisión del presidente hace algunos años de liberar a Ovidio Guzmán para evitar un baño de sangre. Asimismo, el presidente ha dejado a la oposición sin un arma que venía manejando día con día: la acusación que señalaba a López Obrador de ser el gran encubridor del cártel de Sinaloa.

Este triunfo del gobierno se vio opacado por los accidentes en el metro de la ciudad de México que han dejado lesionados y al menos un muerto. Estos hechos ponen en entredicho la eficiencia de la jefa de gobierno para gobernar. Es paradójico: en los últimos meses, Sheinbaum ha recorrido una buena parte de la República mostrando el éxito de sus políticas públicas (aunque es claro que la del transporte no es una de ellas). Claudia Sheinbaum ha encontrado en el metro de la ciudad de México el gran escollo para su candidatura presidencial, porque el metro de la ciudad de México es el medio de transporte por excelencia de las personas de clase media y de los más necesitados en la ciudad de México, por lo que es exactamente a los más necesitados a quienes afecta en mayor medida la suspensión de servicios en el metro, y ni qué decir de los daños colaterales y también los directos, resultados de los accidentes.

Si a eso se le añade que en el imaginario colectivo la jefa de gobierno viaja mucho para hacer campaña pero gobierna poco, Sheinbaum está en un grave problema porque existe una percepción de desprecio hacia una buena parte de la ciudadanía. Por eso, la jefa de gobierno ha tenido que suspender su abierta, burda, ilegal y estrafalaria campaña presidencial para dedicarse exclusivamente a gobernar.

Curioso: desde el accidente en el metro de la Ciudad de México hace dos años y medio que le costó la vida a 26 personas, Sheinbaum ha manejado la idea de que los accidentes en ese medio de transporte pueden deberse a un sabotaje. Estos argumentos fueron los mismos que durante años el priismo utilizó para justificar errores en sus políticas y en sus decisiones de gobierno: que fuerzas del exterior querían desestabilizar el país. Probablemente no exista ejemplo más claro que la famosa frase de José López Portillo en su informe de gobierno: “ no nos volverán a saquear“. El expresidente se refería a personas extranjeras respecto de la banca en nuestro país y la jefa de gobierno desliza la idea de que algunas fuerzas pueden estar obstruyendo su candidatura presidencial.

En ese escenario, el presidente López Obrador recibió a los mandatarios de Estados Unidos y Canadá para la cumbre de América del Norte.Lejos de ser una oportunidad aprovechada para establecer estrategias importantes en materia de seguridad, la realidad muestra que el resultado de la cumbre fue fijado tanto por Estados Unidos como por Canadá para aprovechar ciertas ventajas económicas que ofrece la región, pero México se ha conformado con los gestos que son mero simbolismo pero que importan mucho al presidente , y que se resumen en el aterrizaje de los mandatarios visitantes en el nuevo aeropuerto construido por el gobierno de López Obrador. La lucha contra el narcotráfico, los problemas en la generación de energía y la soluciones financieras a una inflación que afecta toda la región quedaron al margen porque el presidente estaba más preocupado por los gestos que por los resultados. Ganó en el discurso, pero no sabemos si en otros aspectos también.

Así, el gobierno de López Obrador enfrenta un inicio de año titubeante con aparentes ventajas al capturar a un líder del narcotráfico pero con derrotas al enfrentar problemas que son esenciales para su gobierno. Esta es la tragedia del país: los partidos, los políticos, los dirigentes, están más preocupados por la siguiente elección que por gobernar cuando así lo deben hacer. Luchan por llegar y luego luchan, actúan, deciden, pensando en la siguiente elección; el gobierno puede esperar. Piensan y actúan como si lo mas importante fuera la búsqueda del poder; incluso cuando lo detentan.

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