Es un lugar común decir que Acción Nacional está perdido como partido político. Su problema, que algunos comprenden y otros niegan, es que de pronto se convirtió en lo que tanto criticó al PRI y al PRD. Como el tricolor, el PAN estuvo/está sujeto a cacicazgos. Y como el PRD, los grupos que conforman el núcleo de Acción Nacional se volvieron tribus y/o grupos de chantaje.
Primero fue Fox, luego Calderón y el más reciente fue Anaya. Todos ellos no entendieron la dinámica que había hecho fuerte al PAN: ser un partido de asociados, que respondían a ciertos intereses empresariales y sociales. El populismo de derecha siempre ha sido una amenaza y cuando los caudillos asaltan el poder a través de partidos de derecha, son los mismos partidos quienes tienen que fungir como obstáculos al quehacer externo e interno del caudillo. En otras palabras, o el partido es fuerte o el caudillo lo vence y lo lleva a una situación crítica de falta de identificación y de pérdida de rumbo. Con Fox, ese coto funcionó a medias porque no pudo colocar a su favorito como el candidato presidencial y fue Felipe Calderón quien lo derrotó. El partido ganaba la partida al gobernante. Pero Felipe sabía la lección y no tardó un segundo en hacerse del control del partido; Calderón impuso incondicionales para guiar los destinos de Acción Nacional y desde entonces sus liderazgos han sido cada vez más grises, incapaces de negociar una agenda con el gobernante en turno y tampoco han dudado en servir de comparsa al ocupante de Los Pinos siempre que este ha necesitado de sus votos en el Congreso.
El caso Puebla es “PAN” con lo mismo. Durante años el panismo alimentó sus redes a partir de conveniencia de ciertos temas, pero maniatados por distintos grupos que oscilaban entre la extrema derecha del Yunque hasta el activismo de Gabriel Hinojosa, pero que encontraban en Acción Nacional la plataforma idónea para hacer propuesta más disparatadas o más coherentes, según fuera el caso. Pero la llegada de Moreno Valle los borró del mapa. El PAN no existió durante 8 años de Moreno Valle porque no supieron negociar en época electoral el desierto que sufrirían durante el periodo inter-elecciones. Es decir, el PAN cedía demasiado en época electoral, pero si acaso recibió migajas de parte de un gobernador que supo apropiarse de Acción Nacional a nivel local, pero fue incapaz de transformarlo en un partido moderno, que gobernara y que presionara en el impulso de una agenda panista, que no morenovallista.
Acción Nacional no tiene rumbo, porque su rumbo era el presupuesto (desde Calderón y hasta Anaya, y desde Moreno Valle hasta Alonso) y cuando se ha perdido la causa común, cuesta trabajo encontrar un nuevo leitmotiv. El problema de Acción Nacional es triple: es un problema de tema, de liderazgo y de grupo. De tema, porque ahora mismo, en épocas de populismo discursivo, tratar de imponer un discurso empresarial no parece lo más óptimo. Es un problema de liderazgo, ya que ejercían el liderazgo quienes tenían dinero y poder, y ahora están sin poder y con las arcas vacías; y es un problema de grupos, porque son incapaces de formar alianzas –dentro del mismo PAN- que permitan impulsar agendas de largo plazo. A toro pasado, a Acción Nacional la elección de Calderón como Presidente le vino fatal, pero la victoria de Anaya para dirigir el PAN fue todavía peor, porque agudizó una crisis de liderazgo: Calderón y Anaya impulsaban su agenda, no la del partido. Y en Puebla, con Moreno Valle querían alcanzar el poder y con la muerte de Moreno Valle se percataron que no lo habían alcanzado, pero que además habían pulverizado a su partido. A quienes se preguntan dónde están los votos que “hicieron ganar” a Martha Erika Alonso en 2018, toda vez que las encuestas señalan que el PAN tendrá una votación raquítica en las próximas elecciones extraordinarias, la respuesta es que esos votos se esfumaron en el Augusta, el helicóptero que transportaba a los Moreno Valle. Es dudoso que fueran tantos como los que las autoridades locales y federales dieron por válidos para Alonso de Moreno Valle. Lo único seguro es que esos votos nunca fueron de Acción Nacional. El partido nada hizo por ellos. Nunca los trabajó. Fue un parásito del morenovallismo. En el pecado –nunca antes tan panistamente dicho—llevaron la penitencia
*Publicado el 19 de febrero en El Sol de Puebla