Se esperaba y sucedió.
Los periodistas afectos al régimen de Moreno Valle no escatimaron elogios para su jefe y descalificaron a críticos y contrincantes con motivo del sexto informe de gobierno morenovallista. El guion idéntico al del año anterior. El mismo libreto de todo el sexenio.
Los aduladores de «Rafa» –quienes cobran como columnistas o como reporteros- siguieron el argumento de siempre: ensalzar los logros de su jefe a partir de la descalificación del marinismo.No podría ser de otra manera: tienen aversión al análisis político. Para ellos, El Faraón de Cholula –como lo bautizó el periódico Reforma- es perfecto. Sus periodistas provincianos así lo decretan.
Algunas de esas plumas susurran de manera tímida algo que omiten: la crítica al mandatario poblano.
Algunos de esos periodistas se centran en los logros que no se le pueden regatear al gobernador Moreno Valle. En parte tienen razón: sobresale la dinámica de trabajo y de comunicación del gobierno que agoniza. Pero esas mismas plumas olvidan que la opacidad en ciertos temas –deuda, gasto en medios, costo de obras- arrojan nubes de duda sobre la viabilidad democrática de esa dinámica. Habría que repensar ese ritmo de trabajo, gasto y obra con los costos –económicos y de polarización- que acarrea para los contribuyentes y para la democracia. En otras palabras, ¿Puede ser más barato el costo económico y social del modelo de gobierno morenovallista?
A veces la descalificación desde el púlpito morenovallista tiene sustento: no se puede tomar en serio a algunos “críticos” de Moreno Valle cuando la «crítica» es en realidad ataque político auspiciado y orquestado por opositores –sobre todo priistas-. Por ejemplo, no se debe tomar en serio a los periodistas que se volvieron enemigos del gobernador, que no críticos de su labor.
Pero no todo crítico es marinista, ni toda crítica tiene intención electoral.
Además, los periodistas de Moreno Valle olvidan explicar si su descalificación es aplicable a los periodistas marinistas y zavalistas que, de la noche a la mañana, se convirtieron en “morenovallistas de cepa”. Porque hay quienes ahora militan en el morenovallismo poniendo sus medios y sus plumas a disposición de un gobernador al que no le ven un lunar, un error, un gesto erróneo, y que antes opinaban lo mismo del antecesor de Moreno Valle, aunque los del grupo de “Rafa” –columnistas y políticos por igual- lo quieran olvidar.
La omisión quiere decir que algunos dogmas del morenovallismo no son ciertos.
Que nadie es bueno ni malo para siempre; que su crítica es inaplicable para algunos y que el mal -siempre según los aduladores de «Rafa»- lo encarnan los no conversos al credo de Moreno Valle.
Es claro no todos cavaron su tumba al apoyar al marinismo.
Algunos han apostado al poder en turno –de Bartlett a Moreno Valle- y la apuesta los favoreció. Entre ellos hay marinistas y morenovallistas por igual. (Saramago lo dijo de mejor manera: “las consecuencias han sido éstas; podrían haber sido otras”).
Lo cierto es que el periodismo poblano mejorará si los periodistas se muerden la lengua antes de pisarse la cola. Cuando entiendan que el valor de su pluma y de su medio es mayor si la crítica es constante y el halago esporádico.A algunos lo segundo les da para comer; otros prefieren lo primero porque otorga credibilidad. Dos opciones no excluyentes, aunque uno y otro bando digan lo contrario.