El INE tomó una decisión arriesgada, pero justificada: ordenar el cese de las entrevistas de Rafael Moreno Valle y de su promoción en distintos medios de comunicación.
La respuesta del gobernador poblano fue de enojo, argumentando que se estaba coartando su libertad de expresión.
Sin embargo, Moreno Valle olvida los límites que tiene como servidor público para difundir «sus» logros y pasa por alto que ahora mismo no es un periodo válido para hacer campaña al interior del PAN.
Además, el sentido común no ayuda al gobernador poblano: él mismo se ha inconformado porque López Obrador y Ricardo Anaya promueven sus proyectos personales con recursos de sus partidos políticos. La opinión pública coincide en que los dirigentes del PAN y de MORENA se han beneficiado de su función con el fin de posicionarse de cara al 2018, y la misma opinión pública coincide en que Moreno Valle se ha promocionado a través de revistas con tirajes ínfimos, pero con grandes espectaculares por toda la república. A ello hay que sumar la «coincidencia» de que los medios nacionales hayan entrevistado en tan solo tres días al gobernador de Puebla en sus espacios estelares. Si Moreno Valle niega que esa sea una promoción de su imagen de cara a la contienda panista para determinar su candidato en 2018, la mala noticia para el aspirante poblano es que eso parece.
Así, cuando Moreno Valle se queja, hay que dividir en tres partes su berrinche (su video difundido este fin de semana es más una pataleta que un alegato):
1) Se equivoca cuando afirma que el INE limita su libertad de expresión, porque es la constitución la que ha puesto diques a las actividades proselitistas encubiertas de los funcionarios publicos. Por ejemplo, un funcionario no puede difundir sus logros salvo en las etapas previa y posterior a sus informes de labores. Existe, pues, un límite temporal;
2) Salvo que se peque de inocente, es claro que Moreno Valle se está promocionando a nivel nacional. Negarlo es cerrar los ojos y creer el discurso de que solo es una curiosidad periodística su aparición sistemática en diversos medios desde hace seis semanas. Moreno Valle puede ganar el alegato de que el INE limita su libertad de expresión, pero difícilmente podrá convencer a la opinión pública diciendo que en las últimas semanas ha sido mera coincidencia e interés periodístico el acercamiento de los medios nacionales hacia su persona;
3) Moreno Valle y su séquito de aduladores tienen razón en una cuestión: las autoridades electorales tendrían que detener el proselitismo de Anaya y de AMLO. Los tiempos de los partidos políticos en medios de comunicación han sido utilizados de manera indebida. Eso ha afectado la cancha pareja de cara a la elección de 2018. Es exactamente este punto el que confirma todo lo aquí expuesto: no se trata de que el personaje sea Moreno Valle, sino que se ponga un alto a los políticos que promueven su imagen mientras ocupan cargos públicos o cuando lo hacen beneficiándose de su posición como dirigentes de partidos. Es en este sentido en que la decisión del INE es bienvenida: nadie quiere un censor, pero el árbitro debe asegurar la cancha pareja que todos queremos de cara a las elecciones. No porque sea Moreno Valle, sino porque se trata de funcionarios públicos o de quienes aspiran a serlo. Y su proselitismo debe encontrar cotos.