Como estrategia mediática, Peña Nieto ha dado un paso importante al centrar la relación con Washington en el plano económico. No obstante, es discurso inútil ante el drama de inseguridad que vive el país. El paso del tiempo será su enemigo.

El comunicado conjunto de los gobiernos mexicano y americano tras la visita de Obama a la Ciudad de México es sintomático de la relación que quieren potenciar (o continuar): la económica.

Empero, no basta el mea culpa del presidente americano sobre las muertes causadas por el narcotráfico. Es un mea culpa vacuo. México no necesita una asunción de responsabilidad del gobierno americano, sino acciones que asuman una preocupación real. Pero de ello Peña Nieto no acusa recibo. No se entera que Washington está diciendo: sí, tenemos parte de culpa; para ello (combatir la violencia), centrémonos en la economía (en la venta de armas), aquí está el plan (Mérida) de acción  y uno que otro programa (Rápido y Furioso) para combatir esa delincuencia; todo “centrándonos en la economía”.

La de Obama es, entonces, una asunción de responsabilidad perversa.

El quid es que Obama no quiere hablar de los muertos y Peña Nieto tampoco. Obama quiere hablar de economía y de una “enchilada completa” que no lo es. Quiere centrar su discurso fuera de “Rápido y furioso” y quiere aparentar (en Washington) que los socios ya no piden dinero, sino que producen ganancia. Por eso centran en la economía su encuentro y futuros programas. Y centra en la región su fortaleza porque desde el State of the Union ha mirado hacia Latinoamérica ante la caída europea y las crecientes economías asiáticas. Por eso accede a dedicar el doble de espacio en el comunicado conjunto a la economía y relegan a un cuarto nivel de prioridad a la seguridad de los ciudadanos, a la que conceden 144 palabras de importancia. 144 palabras después de 70 mil muertos. Lo que Obama quiere es influir en las políticas económicas y de seguridad y que Peña siga “cooperando” (ese eufemismo de la subordinación) como lo hacía Calderón. Si para eso hay que cambiar el discurso, mejor para él. 144 palabras bastan.

Si la economía les importa y es el eje que quieren seguir, tienen todo el derecho a hacerlo, pero es una atrocidad que los gobiernos mexicano y americano vengan a decir eso luego de 70 mil muertes (americanas incluidas) En el río de sangre que es cauce de relaciones entre ambos países, es vergonzoso que digan al estilo de Clinton “es la economía, estúpidos”, cuando ayer y hoy el drama no es la economía, sino la desigualdad; no es la economía, sino la inseguridad; no es la economía, sino las muertes; no es la economía, sino sus negocios.

No, no es la economía. Porque Obama se equivocó de país. El último informe de desarrollo humano de la ONU muestra un México lleno de pobreza, en niveles muy similares en porcentajes a los de hace 10 años. ¿cuál es el progreso económico que ve el Presidente americano? Porque a la pobreza como problema elemental hay que sumar la inseguridad como elemento dramático, de injusticia.

No; la economía no es lo importante. No ahora. No después del Plan Mérida. No después de Rápido y furioso. No después de los inmigrantes muertos en San Fernando. No después (y durante) las muertas de Juárez.

El problema es de justicia social.

La economía, en estos momentos en México, sólo sirve para forrar los bolsillos de empresarios y políticos.

Es justicia lo que necesitamos.

No pidan olvidar a los muertos. Los dólares no traerán seguridad ni riqueza ni justicia. La última década con excedentes petroleros, remesas a tope y comercio brutal así lo demuestran. Los pobres y las muertes de la última década lo confirman.

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