Basta con asomarse a las redes sociales para observar una innegable polarización, donde obradoristas y opositores a Morena se dicen todos los epítetos que uno pueda imaginarse.

A partir de un texto que este domingo firma Enrique Krauze en el diario Reforma, conviene preguntarse por qué triunfaría Morena en las elecciones que se celebrarán en México en veinte días?

Ciertamente vivimos una época oscura para el país en muchos aspectos: cientos de miles de muertos por la pandemia, una inseguridad rampante, el sistema de salud en una crisis que sólo pueden negar los obcecados, el sistema de educación hundido en la mediocridad y una militarización sin precedentes. Todo ello parecería suficiente para que el partido en el poder perdiera las elecciones, donde en gran parte está en juego la valoración a su desempeño durante los últimos seis años.

Sin embargo, todo indica que eso no pasará, que Morena retendrá la presidencia de la República y ganará muchas de las gobernaturas en juego, además de alzarse con el triunfo en las diputaciones federales y en el Senado.

A mi entender, ello sucederá porque la oposición no ha realizado un trabajo democrático y transparente para transformarse, y porque el electorado le dará un voto de confianza al partido en el poder. En muchos aspectos, la elección del próximo 2 de junio hace recordar a la elección del año 2006, en la que después del desastre Foxista, Calderón logró el triunfo por un estrecho margen (muy discutido), pero de ninguna manera fue un cheque en blanco para el panismo -como se vería en la elección de 2012-, sino una última oportunidad antes de devolver el poder a la oposición. Era una elección del mal menor y, en ese sentido, el electorado piensa en 2024 que dejarle el poder a Morena es mejor que devolvérselo al PRI de Alito y al Pan de Marko Cortés.

Krauze piensa que López Obrador es un autoritario y perpetuará su poder, siendo peor que Obregón, Calles y demás revolucionarios. Es un riesgo, un peligro para México (como lo dijo en otro momento). Otros pensamos AMLO perderá el poder a manos de Sheinbaum porque el sistema político mexicano está ideado para que la presidenta sea sólo una, omnipresente y todopoderosa, y de ninguna manera lo compartirá con un expresidente, por más poderoso que este haya sido. Krauze y otros olvidan que muchos expresidentes consideraron que su sucesor haría una extensión de su mandato, tales como Calles con Cárdenas, Echeverría con Lopez Portillo o Salinas con Zedillo, pero eso no sucedió, porque quien se sienta en la silla del águila termina siendo quien manda y quien controla los destinos del país.

Krauze considera que López Obrador perpetuará su poder entre otras cosas porque ha destruido muchas instituciones creadas durante secciones anteriores, lo cual es solo cierto en parte. Por Ejemplo: a pesar de la voluntad del presidente para desaparecer el INAI, la COFECE o la Corte, la falta de las fuerzas políticas para que eso suceda termina siendo un impedimento para la voluntad de AMLO y muestra que el sistema funciona más allá de la voluntad del mandatario. Con la llegada de Sheinbaum es probable que se acabe el impasse en que está imbuido el tribunal electoral en sus distintas salas, así como el INAI y otros organismos autónomos.

Krauze olvida, por ejemplo, que los nombramientos de los ministros de la corte, salvo el último, fueron avalados por la oposición. ¿Dónde está la erosión democrática de la corte cuando la oposición vota a los nombramientos del presidente, e incluso en la última votación pudo haber elegido un perfil distinto, pero optó por votar de una manera que no convenía para efectos de autonomía del máximo tribunal del país? La oposición tiene mucho de culpa en el escenario actual y es a la oposición a quien también hay que reclamarle muchos aspectos: ¿Cómo pedirle al electorado que vote a favor del PRI , cuando Alito y su séquito serán senadores plurinominales o Marko Cortés será senador por el PAN y Cabeza de Vaca estuvo a punto de ser candidato a diputado?

Hay mucho que reclamar y que criticar de la gobierno actual, pero mucho también que criticar y demandar de la oposición. Mientas sólo nos centremos en uno de los aspectos, le damos la espalda a la ciudadanía y a la realidad: la polarización en la que estamos imbuidos es consecuencia de la existencia de dos grupos, y no solo del discurso del presidente. Estamos en presencia de una confrontación en la que dos grupos políticos no respetan la ideología y las actuaciones políticas del otro bando, y donde son incapaces de reconocer los hierros propios y los avances que en algún sentido han logrado los integrantes del grupo contrario a sus intereses.

Morena puede ganar el próximo 2 de junio, no por su grandeza ni por sus actuaciones en los gobiernos federal y estatales que están en juego, sino en gran parte por una oposición que ha hecho muy poco por presentar candidatos y programas que le ofrezcan a la población algo más que una vuelta al pasado, un pasado que algunos creen que fue idílico, pero que muchos piensan que no fue nada satisfactorio. En cierto sentido, es admitir que el desastre de país que tenemos no es solo consecuencia del último sexenio, sino también de gobiernos bastante autoritarios de los últimos sexenios. Mientras eso no se reconozca, todo parecerá que es consecuencia del autoritarismo del partido en el poder. Y eso es solo parcialmente cierto.

Deja un comentario