Sería una sorpresa mayúscula que el PRI ganara la elección a gobernadora en el Estado de México. De acuerdo con múltiples encuestas, Morena se hará con el histórico bastión priista. De no darse este resultado, habría visos de catástrofe para el partido de López Obrador, sobre todo porque parece claro que el gobernador de la entidad, Alfredo Del Mazo, está más preocupado por entregar buenas cuentas al presidente López Obrador que a su partido, y que una ventaja de ocho puntos en las encuestas no tendría que perderse en las próximas seis semanas 

Sin embargo, aun cuando llegue el triunfo de Morena en la gubernatura mexiquense, los resultados no son alentadores para el partido de López Obrador de cara a 2024. Se trata de una entidad donde Morena ganó en 2018 por diez puntos porcentuales y en donde obtuvo 1.2 millones de votos más que las alianzas que encabezaban el PRI y el PAN. ¿Ganará con un margen de diferencia tan amplio? No parece ser el caso y esas son pésimas noticias para el partido del presidente de cara al proceso de 2024.

AMLO no estará en la boleta presidencial, lo cual ya es un hándicap para Morena, pero lo peor para la causa morenista es que su votación se verá reducida en términos absolutos y relativos: nadie prevé que se repita la ola obradorista de 2018 y, por el contrario, todo indica que habrá una batalla complicada para el partido de AMLO en entidades donde obtuvo una votación histórica en 2018, a saber: Estado de México, Ciudad de México, Puebla y Veracruz. 

La disminución del porcentaje de votación para Morena en esas entidades podría equivaler a 10% menos del total de preferencias. Por eso, quien crea que la elección de 2024 es ya una elección consumada a favor de Morena no está tomando en consideración ciertos factores: la (ligera o moderada) caída de Morena, la postulación conjunta de la oposición, y la irrupción de Movimiento Ciudadano como un tercero en discordia que, en determinadas entidades puede ser factor clave para ganar o perder gubernaturas, y que puede hundir a la oposición o hacer que la elección sea de tercios (un escenario que parece poco probable, aunque no puede descartarse).

La aduana del Estado de México es un primer campo de batalla: sería histórico que Morena derrotara al PRI, pero la verdad es que la candidata de Morena es mala, sin que ello signifique que al PRI y al PAN les alcanzará para frenar la embestida de Morena, que tiene la mesa servida para hacerse con el bastión del grupo Atlacomulco. 

Más allá del resultado del primer domingo de junio, el escenario comienza a complicarse para el partido de López Obrador: ya por la dirigencia que nada dirige, por los grupos que se golpean como tribus perredistas, por el presidente que todo lo abarca, o por los disidentes que, como en el caso de Coahuila, le pueden echar a perder la fiesta. 

Y es que ya no solo se trata de ganar, sino de revalidar los triunfos. No bastará con ganar el 2024, sino también deberá cuidar que el triunfo no se vea opacado por perder la Ciudad de México, Puebla o Veracruz. Ni qué decir del Estado de México: una derrota en 2023 prendería las alarmas porque pondría en tela de juicio la eficacia de la maquinaria morenista y daría bríos a la gris oposición. La incógnita se desvelará en unas cuantas semanas. Aunque en Palacio Nacional están nerviosos porque su candidata no suma y saben que si no fuera por una burda cargada, la elección en el Estado de México sería todavía más cerrada. Ellos lo saben: por eso sus nervios y su “operación”. Una elección de Estado en el Edomex. Nada nuevo bajo el sol.

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