Sólo los aplaudidores de Rafael Moreno Valle y de Tony Gali no perciben algo detrás de la petición de endeudamiento del alcalde Luis Banck: que la ciudad no es tan segura como decían y que los recursos no se han destinado de manera adecuada.
Banck pone el dedo en la llaga: se acabó el discurso de que esta Puebla es segura, porque la ciudad ni es tan segura como se afirma ni se ha invertido adecuadamente, según el Presidente Municipal de la Angelópolis. Si no tenemos la infraestructura y la ciudad está en riesgo, el exalcalde Gali -hoy gobernador- y el exgobernador -Moreno Valle- tendrían que dar explicaciones.
Tema aparte es el monto de endeudamiento que pretende Banck. Se trata de mucho dinero, pero es curioso que en principio pretendía un endeudamiento mayor. Las dudas surgen: si pedía 2,000 millones en un inicio, pero ahora se conforma con 800, ¿es suficiente ese monto para garantizar la seguridad pública en la ciudad? ¿Cuáles serían las consecuencias en el corto, mediano y largo plazo, de no contar con el equipo y la infraestructura que Banck quiere adquirir? Y la última y más importante: ¿Desde cuándo es necesaria la adquisición de ese equipo y la inversión en la infraestructura que propone el alcalde? La respuesta a esta última cuestión resulta crucial porque implica una de las siguientes opciones: Banck está diciendo que Gali no invirtió en lo que tenía que invertir, o bien que esas necesidades surgieron en el pasado reciente, es decir, durante la gestión del hoy Presidente Municipal. En otras palabras, si su antecesor lo hizo mal o si es a él a quien se le ha descompuesto el panorama de seguridad de la ciudad. Todo indica que el tema se está abordando a destiempo y que las inversiones han tardado en realizarse. Pero la discusión, finalmente, no encuentra arena propicia ni interlocutores dispuestos a debatir. El endeudamiento se trata, sobretodo, de una imposición.
Además, no sólo llama la atención el monto de endeudamiento que el cabildo poblano ha autorizado y que el Congreso de Puebla seguramente autorizará, sino la forma en la que lo ha realizado: Banck ofrece comprar patrullas, cámaras de video, invertir en pavimentación de calles, entre otras cosas (todo lo cual, dicho sea de paso, no es descabellado), pero sólo da un monto final de lo que se invertirá: 800 millones de pesos. En cualquier gobierno, la propuesta de Banck sería rechazada porque no hay un desglose del costo por cada concepto: cuánto costará cada patrulla, cada tableta o cada calle que se pretende pavimentar. Hay una opacidad en lo que el cabildo poblano ha aprobado y lo que pretende el Presidente Municipal: no se puede aprobar un endeudamiento y decir que posteriormente se aprobará cada proyecto de inversión, porque la lógica democrática debe ser exactamente la contraria. En una democracia primero se presentan los proyectos, se presupuestan y luego se pide el monto exacto de endeudamiento. Un botón sirve de muestra: no sabemos si el alcalde está pensando en comprar tabletas de treinta mil pesos o de quince mil pesos. Ambas opciones son probables, pero ambas no pueden ser justificables.
Sin embargo, el Presidente y su equipo pasan por alto lo anterior y no es nada coincidente que sea justo antes de que empiece la guerra panista por la candidatura presidencial, por lo que ya se puede imaginar a dónde irá a parar una parte del monto de endeudamiento y a favor de quién. De la oposición poco se puede esperar: tendría que rechazar el endeudamiento, pero es casi seguro que en determinado momento cederá -todos sabemos cómo- ante los encantos del morenovallismo, porque sin la aprobación del Congreso morenovallista, la propuesta de Banck sería inviable.
Lo más decepcionante del tema es la visión policial de la seguridad pública que tiene Luis Banck. A esta alturas, creer que la seguridad de la ciudad mejorará con 300 cámaras de videovigilancia o con más patrullas es por demás un sueño guajiro y el alcalde tendría que saberlo. El hombre que llegó a la Presidencia Municipal con credenciales de reformador y como impulsor de programas sociales cree que cemento, hormigón y videovigilancia, con un costo de 800 millones, mejorarán la seguridad pública del municipio. De programas sociales, construcción de bibliotecas o proyectos educativos no hay rastro en la propuesta del alcalde.
Por eso, tal vez Luis Banck esté traicionando a Luis Banck.
O será que Luis Banck nunca fue Luis Banck.