Los periodistas asiduos al morenovallismo, algunos de los cuales son también conocidos como «los nenes de Eukid», no pierden oportunidad de golpear a Eduardo Rivera Pérez, con razón o sin ella. Da igual si es por la estrepitosa derrota del PAN en el Estado de México o porque una mosca voló de forma rara. Ellos golpean sin importar la hora.
Pero el quid no está en la columna de chisme de café que suelen escribir los cultos, poetas y televisos; lo verdaderamente intrigante es que el morenovallismo está preocupado por Eduardo Rivera.
El régimen defiende con uñas y dientes las sanciones impuestas a Rivera Pérez y espera ganarle al exalcalde en juicio de amparo que éste promovió. Para ello, no ha escatimado en pedir favores y se ha acercado a los jueces y magistrados más influyentes del Estado para pedir opiniones y algo más. Sin embargo, el morenovallismo enfrenta un problema: Rivera Pérez tiene elementos para ganar el amparo que le permitiría competir por la candidatura de Acción Nacional al gobierno de Puebla. En otras palabras, el morenovallismo tendrá que echar mano de influencias para derrotar a Rivera o, de lo contrario, el exalcalde luchará por un lugar en la boleta de la elección del próximo año.
La confianza de Rivera y su gente es tal que ni siquiera pidieron la suspensión de las sanciones impuestas por el morenovallismo. Les interesa ganar el asunto de fondo y en todo caso solicitarán dicha suspensión cuando Acción Nacional abra la convocatoria para elegir candidato a Casa Puebla en 2018. Lo que parece un descuido de Rivera Pérez no es más que una estrategia: quiere tener una suspensión de amparo cuando en el PAN se negocie la candidatura.
Sin embargo, ¿por qué el empeño del morenovallismo en ocuparse de un personaje menor como Rivera Pérez?
Porque sabe que a nivel nacional no podrá imponer su voluntad total como lo hizo durante seis años y lo sigue haciendo con Tony Gali al frente de la oficina principal de Casa Puebla. El panismo «tradicional» le impondrá como condición a Moreno Valle dejar la candidatura al gobierno del Estado en manos de uno de los suyos -Rivera-, si es que Rafael Moreno Valle logra la candidatura del PAN a la presidencia de la República o la dirigencia de Acción Nacional -en caso de que Margarita o Anaya le ganen la partida presidencial al «invencible» exgobernador.
El plan B de Moreno Valle para que esto no suceda se llama Luis Banck, pero el inteligente alcalde de la capital poblana tiene dos problemas : la inseguridad rapaz y que sus índices de conocimiento son muy bajos, a pesar de sus más de quince meses como presidente municipal.
Además, sin Rivera como opción, el Yunque y el panismo «tradicional» tendrían pocas opciones de encontrar perfiles que le auguren buenos resultados en una elección competida.
Last but not least, no debe pasarse por alto que las intenciones del Yunque no son precisamente competir por Casa Puebla, sino volver al Palacio Municipal. En ese nivel, Moreno Valle tiene menos campo de acción. Él puede -y va a- imponer a Martha Ericka o a Banck como candidato del PAN en la elección a gobernador, pero no puede evitar que el Yunque exija y los grupos del panismo lo acorralen a entregar la candidatura al Palacio de Charlie Hall.
Por eso, aunque parezca una necedad, la embestida contra Rivera es una carta de negociación que el propio Moreno Valle está creando. La posición del negociador no es la misma si Rivera está suspendido que si no lo está. Moreno Valle lo sabe y busca obligar al Yunque a buscar un perfil más cercano al morenovallismo. Así, Moreno Valle cederá la candidatura al Palacio del Ayuntamiento, pero se asegurará que él y sólo él determine quién será el candidato al gobierno del Estado y que sea un «amigo» de su régimen quien gobierne en el Ayuntamiento.
Por eso, los amanuenses teclean sin cesar contra Rivera Pérez. Porque su jefe último pide amigos, no enemigos.