Son poco más de dieciséis meses.
En política eso parece un suspiro, pero habrá mil historias por escribirse de cara a la elección de 2018.

En todos los partidos los jugadores aún no desvelan todas sus armas y a ninguno se puede dar por descartado.

He aquí cuatro falsedades
Primera Falsedad: el PRI no tiene probabilidades de ganar
La mayor afirmación que se repite sin cesar es que el PRI no tiene probabilidades de ganar la presidencia de la república. Craso error pensar que el partidazo prepara su salida. Si deja la presidencia será peleando y batiéndose a duelo con López Obrador o con el panista que encabece al partido de la derecha. 
El presidente Peña es un pragmático y cuenta con operadores, estructura electoral y con recursos suficientes para montar una estrategia que le permita al partido tricolor triunfar con un tercio de la votación. 

Debe pasar la aduana del Estado de México y además evitar una catástrofe mayor en temas económicos. Los demonios vuelven y ni a Peña ni a sus periodistas les bastó con dejar de hablar de la violencia y ésta ha vuelto a ser el centro del debate en buena parte del país (Tijuana puede ser un botón de muestra). El presidente y su equipo no entendieron que el votante es sensible a lo inmediato y lo más inmediato es el bolsillo y la seguridad. No se trataba de dejar de hablar de secuestros y extorsiones en los medios de comunicación, porque tarde o temprano (y si con Calderón fue el caso de Sicilia, y con Peña fue Ayotzinapa) la realidad de inseguridad golpea a los mexicanos.

Sin embargo, como para la elección falta más de un año, el equipo de Peña tiene tiempo suficiente para argumentar que Acción Nacional lo hizo igual o peor que ellos en ambas materias y que López obrador no ofrece un plan concreto y claro que dé rumbo al país. En otras palabras, que la política de guerra de Calderón falló y la república de paz de AMLO es incierta. 

Además, la apuesta del PRI es la división del voto opositor. Por eso, gran ventaja tendrá el tricolor si AMLO (25%, por ejem), Zavala (25%), PRD (10%) e independientes (10%) se reparten el voto, porque le bastará un 30% de votación -menor a Peña y mayor a Madrazo- para ganar. 

Nada del otro mundo. 

Él partidazo no ha muerto. 

Quien lo dé por muerto comete el mismo error que cometió AMLO en 2006 : minimizar a Calderón. 
Segunda Falsedad: AMLO, con la mesa puesta

López Obrador es el político con el que se explican los últimos tres lustros de política en México. Él cierra una generación de izquierda que no se entiende sin el PRI, ya como su antítesis, ya como escisión del partidazo. 

Líder de las preferencias, el Peje debió aprender en las dos ocasiones anteriores que ha perdido la presidencia, que las alianzas son más importantes que los enconos o los calificativos. Y que, dieciocho años después, seguir llamando mafiosos a quienes en parte necesita para gobernar no parece ser una buena idea.

Tampoco agrada su propuesta de amnistía a todos esos mafiosos arrepentidos. Esta idea reafirma el mesianismo que muchos critican a López Obrador y deja un mensaje de impunidad que choca con la aspiración democrática que se demanda de cualquier gobierno: que la ley se cumpla.

Faltan muchos meses y el Peje sabe que la mesa aún no está puesta. Los análisis fáciles así lo sugieren, pero López Obrador ya encabezaba encuestas por más de veinte puntos y perdió en 2006, o ya lo daban por muerto y terminó arañando la presidencia en 2012. 

Nada está definido.

El peje necesita pragmatismo. 

Tiene demasiados negativos en las encuestas: en estos momentos de encono del país contra la clase política, el peje tendría que saber que él es parte de esa clase política, hoy más que nunca, y que seguir descalificándola puede resultar contraproducente.
Tercera falsedad: Todo está definido en el PAN: será Anaya

Ninguno de los partidos políticos en México tiene una lucha tan ardua y abierta por el poder interno como Acción Nacional. 
Quien da por hecho que Ricardo Anaya será el candidato del PAN, olvida que sus mejores candidatos (Fox y Calderón) combatieron a pesar de la estructura del partido y después se adueñaron de ella. Es decir, en el PAN los outsiders son bien vistos y el que se mueve sí sale en la foto. 

Anaya tiene un cierto control sobre el partido, pero Creel -uno de los suyos- le tendría que recordar que eso no es suficiente si el mensaje no es el adecuado. 

En ese escenario, Zavala y Moreno Valle tienen probabilidades de luchar por la candidatura. A diferencia de Anaya, pueden «moverse» por todo el país sin obligaciones como funcionarios públicos. 

En Acción Nacional nada está cantado pues el método de elección de su candidato demostrará la verdadera fuerza de Anaya. De la decisión panista sobre su candidato depende la existencia de más o menos independientes y las mayores o menores probabilidades de triunfo del PRI.

Cuarta falsedad: el PRD y los independientes no importan

Como nunca, los partidos pequeños, el PRD y los candidatos independientes decidirán la elección. 
Esa es la razón del activismo desenfrenado de Castañeda, Álvarez Icaza, el Bronco y demás apostadores de la vía sin partido político. 

Los independientes no son un peligro para el régimen, sino su válvula de escape, permitida en el país con el objetivo de frenar a López Obrador. 

La ecuación es clara: si el PRD no se alía con Morena (como todo indica que no lo hará), ni con Movimiento ciudadano o el partido del trabajo, eso significa que, por muy ínfimos que sean sus porcentajes de votación, el peje tendrá que luchar para que esos partidos le quiten la menor cantidad de votos posibles. Y lo mismo sucede con los candidatos independientes: el Bronco, Castañeda, Alvarez Icaza, y los que se sumen, al adoptar el discurso anti-sistema, «robarán» votos a AMLO, votos que, sin ellos, irían a parar a la causa del tabasqueño. 

¿Qué necesitaría López Obrador para evitar su debacle? Robar la agenda antisistema a los independientes y sumarlos a su causa. El triunfo de AMLO es probable, pero con una votación amplia para los independientes y con un PRD con un ínfimo 7%, el PAN y el PRI estarían de manteles largos: no se ve por dónde López Obrador gane la elección si entre el PRD y los independientes logran más del 20% de la votación.
La moneda, pues, aún no se lanza. 

Por más que muchos ya den por muertos a unos y ganadores a otros. 

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