LA AMENAZA
¿Es esta la amenaza del presidente López Obrador para que la Suprema Corte deje de intervenir en el proceso político y sea más deferente con las decisiones del legislativo, que finalmente es controlado por el hoy presidente?
Vaya coincidencias: El 5 de febrero de 1937, tres meses después de haber ganado la reelección y comenzar su segundo mandato, Franklin D. Roosevelt anunció su famoso “court-packing” plan, una serie de Reformas Judiciales con las que pretendía nombrar a más ministros de la Suprema Corte Norteamericana.
Era la respuesta del presidente norteamericano a la negativa de la Corte estadounidense a refrendar las reformas del New Deal (reformas sobre todo laborales).
Quería nombrar al menos 6 justices (ministros) más.
La reforma judicial de Roosevelt no fue aprobada, pero fue un movimiento político que permitió que hubiese un cambio en las decisiones de la Corte respecto de las leyes impulsadas por el presidente norteamericano. La Corte se volvió “deferente” con las leyes impulsadas por Roosevelt y aprobadas por el Congreso Estadounidense, que contenían las medidas económicas que hasta hoy conocemos como el New Deal, que hacían frente a las consecuencias catastróficas de la Gran depresión de 1928.
Roosevelt logró lo que la Corte cambiara su postura, aunque ni siquiera en partido logró un apoyo unánime a su reforma judicial.
¿Es esta solo una amenaza de López Obrador y no debemos fijarnos porque se trata (la elección popular de ministros de la Corte) solo de una ocurrencia? Hay al menos dos datos que hacen dudar que esa sea la única intención:
- Que el partido en el poder y sus aliados pueden tener los votos necesarios para reformar la constitución y establecer un sistema de elección popular de los ministros de la Corte.
- Que bajo el actual sistema, la próxima presidenta de México propondrá el nombramiento de cuatro ministros. Esto quiere decir que si el grupo en el poder puede colocar a cuatro juristas afines a su proyeto, ¿por qué realizar una reforma, cuando hoy tiene al menos a tres ministras afines, lo que le daría mayoría en la Corte?
EL MODELO DESGASTADO
Aquí estamos hablando de algo distinto: ¿que el pueblo elija? ¿Por qué? Porque en el fondo no parece que solo hablemos de ocupar sillas, sino de un cambio de modelo y una nueva conformación del órgano más importante del poder judicial y una de las instituciones más importantes del Estado mexicano.
En el modelo actual, es patente la ausencia de la ciudadanía para elegir a los ministros. Se piensa que el Titular del Ejecutivo y el Senado van a tener un mejor conocimiento de quién está apto para ejercer las funciones de ministro de la SCJN
Es un modelo similar al de la constitución de los Estados Unidos de América, pero también allí el modelo ha sido ampliamente criticado a partir de la muerte del jurista conservador (gran expositor de sus argumentos) Antonin Scalia. Las reglas en el Senado no son claras, y la dilación fue la táctica que permitió a los republicanos negarle las audiencias a Merrick Garland (propuesto por Obama) y esperar el triunfo de Trump para que este propusiera a Neil Gorsuch, y después a Kavanaugh y Amy Coney Barret. En cuatro años la corte se volvió ultraconservadora, aunque se piensa que debe haber reglas más claras en el proceso, sobre todo en el Senado, porque lo ocurrido a la propuesta de Obama fue sencillamente una chicanada.
En México, en el último proceso para nombrar una ministra, fue irrisorio el tiempo entre que la terna del presidente llegó al Senado y que se nombró a una ministra. Pero también fue una burla que el presidente propusiera a dos candidatas que ya habían participado en la primera terna rechazada por el Senado. Y la burla fue mayor cuando se considera los cuestionamientos de los Senadores a las aspirantes a ministras. Se trataba de una de las funciones más importantes del Senado y los senadores actuaron de manera poco seria y con poca preparación. Los actores políticos son vitales, cualquiera que sea el modelo de elección de los ministros.
UN NUEVO MODELO
Un nuevo modelo de elección popular de los ministros conlleva los riesgos ya por otros señalados: la financiación, la partidización del proceso, la cooptación de los ministros por parte de grupos de poder, el papel del crimen organizado y el impasse en que puede caerse cuando no se ponen de acuerdo los actores políticos para llevar a cabo el proceso. Muchos de estos riesgos ya son patentes en el modelo actual de selección de ministros, pero si se parueba un nuevo métido se supone que se busca mejorarlo, no esperar que por alguna casualidad sea un experimento que salga bien, cuando todas las señales apuntan a que puede salir muy mal. La clave es si los ministros que se nombren conforme al nuevo modelo serán mejores ministros que los elegidos mediante el método actual.
Asimismo, se asumen algunas cuestiones relacionadas con la democratización que vale la pena explorar. Se entiende que los ministros electos popularmente pueden dictar sentencias más cercanas a las preferencias de los ciudadanos. Solo que se asume que el pueblo, los ciudadanos, tienen una sola preferencia, y se pasa por alto que esa preferencia puede no estar formada; puede cambiar; puede ser incoherente; y pueden atropellar derechos de grupos minoritarios/vulnerables.
Y ni qué decir de los distintos momentos en que se tiene que decidir (dictar una sentencia), en que se es electo el ministro y en el que se le reelige. Que las preferencias sean las mismas en cada uno de ellos es un aspecto demasiado complejo. Y que quien dicta las sentencias verdaderamente mire las preferencias de los ciudadanos es algo que no se puede controlar.
Son grandes los riesgos que se corren con el establecimiento de una elección popular de los ministros. Y eso solo sería un paso hacia la «democratización». Decía el historiador Tony Judt que su generación “había sido revolucionaria; lástima que se había perdido la revolución”, en alusión a que estaban preocupados por ciertos aspectos revolucionarios en el centro de Europa, cuando la verdadera revolución estaba en otra parte (en el Este). Le puede pasar lo mismo al grupo en el poder en México: puede llegar el momento en que diga que “era un grupo transformador; lástima que se perdió la transformación”. Porque tal vez la transformación (del Poder Judicial, en este caso) esté en otro lado.
Algunas de estas ideas fueron expuestas en el foro sobre Democratización del Poder Judicial, organizador por el Ministro Arturo Zaldívar. Disponible en el siguiente link: https://www.youtube.com/live/9rnyaxp3mUc?si=HDhE_dnVb-nBw46C