Nadie puede ser la misma persona después de un trauma.

Nadie puede ser la misma persona después de sobrevivir a un atentado.

¿Qué hiciste durante esos minutos o esas horas cuando tu vida o la de otros cambió de manera drástica?

Estas son las premisas de una gran película titulada “Recuerdos de París”.

La trama de la película se desarrolla a partir de un atentado en París, en el que los sobrevivientes pueden describir el horror de escuchar y percibir incluso el olor de quienes perpetran el atentado. En eso, ciertas escenas de la película también parecen salir de El Colgajo, un libro en el que Philippe Lançon describe el atentado en Charlie Hebdo y lo complicado que fue su recuperación tras haber sobrevivido a él.

En “Recuerdos de París” una cuestión adereza el inicio de la película: todo indica que el comportamiento de una de las supervivientes no fue nada empático con algunas de las víctimas durante el atentado. ¿Sobrevivir a costa del sufrimiento de otros? La cuestión no deja de intrigar porque siempre existe la posibilidad que en los momentos difíciles no todos reaccionen de manera humana, ya por decisión, ya por instinto.

La película se exhibió en los cines mexicanos casi al mismo tiempo en que el huracán Otis arrasaba el puerto de Acapulco. Las escenas de sufrimiento de quienes sobrevivieron son una constante desde entonces. Para todas ellas, la vida tiene un significado distinto desde el 25 de octubre de 2023. En medio de la tragedia aparecen los pillos que sacan provecho de una situación tan dolorosa. No todos responden con humanidad ante una tragedia. En eso hay un lazo innegable entre el filme referido y la catástrofe acapulqueña.

Los espectadores podemos observar, pero juzgar a las víctimas puede resultar un ejercicio cruel. ¿Con qué autoridad se juzga cuando no se olió la pólvora, no se vio un terrorista matando con una Kalashnikov a tantos inocentes, o cuando no se presenció que el viento se llevaba a un ser querido o se llevaba una parte de tu vida? ¿Quién está preparado para reaccionar humanamente ante un atentado, ante un huracán o ante una situación que cambie la vida de esa persona y de otros de manera drástica y fulminante? Los principios morales pueden resultar útiles para actuar en ciertas circunstancias, pero nadie sabe si ante el peligro de perder la vida o de que un ser querido la pierda, esos principios seguirán siendo el eje de su actuación. Que no todos reaccionen de manera “adecuada” tendría que ser juzgado con menos rigor. Lidiar con la tragedia, con el trauma, es bastante complicado como para, encima, explicar ciertas actuaciones a quienes no olieron a la muerte tan cerca.

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