El mundo está cambiando y ese proceso no es fácil, tal vez porque la mitad de la población que tendría que estar convencida del cambio no lo está, y buena parte de la mitad beneficiada con el sistema actual no digiere con facilidad la transformación de las estructuras que le benefician.
Visto de manera amplia, el feminismo está cambiando al mundo y solo los necios niegan su necesidad y su valor para construir sociedades más igualitarias.
No será fácil y muchos traspiés habrá.
El último “bobo” que ha salido a escena y que -pobre de él- se convertirá en un símbolo del sistema que se quiere cambiar se llama Luis Rubiales. Me recordó a Harvey Weinstein -probablemente antagonista máximo del movimiento feminista- porque se sintió intocable: no vio la hecatombe que estamos presenciando.
Rubiales -presidente de la federación española de fútbol- besó sin consentimiento a una jugadora durante los festejos por la obtención del campeonato mundial femenil y, además, descalificó el dicho de la chica, no obstante haber admitido que el beso se dio en un “momento de máxima efusividad” y sin ninguna “mala fe” de su parte. Su lamentable discurso, aplaudido por decenas de personas en la federación española de fútbol, dio paso al “Se acabó”, que es el grito de guerra con el que las españolas están poniendo de cabeza al país de los Rubiales, y que motivó a que la FIFA suspendiera durante 90 días al impresentable presidente la federación de fútbol español.
Harvey Weinstein se sentía tan impune como Rubiales. El productor hollywoodense es descrito y reflejado en “She said” (“Ella dijo”), una espléndida película del año pasado, que cuenta la historia sobre el engorroso y peligroso proceso que atravesaron las reporteras Jodi Kantor y Megan Twohey, que finalizaría en la publicación de un reportaje en el New York Times que dio lugar al Me Too en Estados Unidos. En ese proceso y en el reportaje, Weinstein es el abominable, rico y protegido sujeto que se sabe poderoso y que desafía en todo momento a las reporteras, al medio, a sus fuentes y a sus dichos.
¿Qué hizo exitoso el reportaje de Kantor y Twohey? Su fortaleza periodística y el momento. Weinstein ya había sido exhibido y muchos sabían de sus tropelías, pero solo eran “dichos” de ciertas mujeres en contra del otrora poderosísimo empresario hollywoodense. En la película se pone de manifietso que el momento ha cambiado y que esta sociedad está dispuesta a exhibir y enjuiciar a los Weinstein y a los Rubiales, y a creer en el dicho de las mujeres.
El momento es distinto, es femenino, aunque los Rubiales, los Weinstein y millones más no estén dispuestos a aceptarlo fácilmente, y se empeñen en minimizar los actos y en ridiculizar a las víctimas, y aunque sus entornos los protejan.
El primer paso para cambiar las estructuras es evitar la descalificación sobre los dichos. Lo que “Ella” dice tiene que ser un foco de alerta; un llamado de atención. El momento ha cambiado: lo que una chica dice tiene valor. Implícitamente, es un paso gigantesco: es el reconocimiento de la dignidad de la persona que denuncia y la terrible situación que denuncia, tantas veces minusvalorada por los Weinstein, los Rubiales y las estructuras sociales.